Sistema Biocognitivo Tradicional Kallawaya
Al examinar la construcción del circulo de crédito kallawaya hemos presentado los diversos momentos históricos captados a partir de las fuentes disponibles. En ese sentido, el ciclo lo iniciamos con el reconocimiento de los Incas por los servicios prestados en materia médica y colaboración estratégica en la incursión al territorio yunga y chuncho; mostramos cómo esos conocimientos, pero sobre todo prácticas de carácter prehispánico se convierten en un elemento de sospecha de idolatrÃa en el siglo XVII. Las mismas, salen a la luz a raÃz de un encarnizado pleito que enfrenta a los kuraka kallawaya descendientes del Inca Canauqui. A partir de ello observamos que la extirpación de las idolatrÃas fue un proceso aplicado a nivel de los hogares y particularmente a través del control y adoctrinamiento de los jóvenes miembros de las élites dirigentes kallawaya. Durante el perÃodo colonial las competencias médicas, alabadas durante los Incas, lejos de ser un factor positivo se convierten en un descrédito. Tal es asÃ, que los kallawaya a lo largo de la época colonial hasta bien entrado el siglo XX son obligados a llevar una cruz en el pecho exhibiendo una supuesta adhesión al catolicismo. ParecerÃa extraño considerar en el ciclo, estas coyunturas de descrédito por prácticas idolátricas, pero justamente es necesario observarlas a la luz de los nuevos procesos para comprender como inician y reconquistan el crédito perdido una vez iniciada la Nueva República. Aprovechando la libertad civil, reinician los viajes para efectuar curaciones exitosas por el continente. A partir de ello se insertan en un proceso de transformación de una forma de credibilidad en otra. Como nunca los kallawaya invierten el crédito ganado en los palacios en las cosas más inéditas para su época, Acostumbrados a la innovación debido a su espÃritu investigativo algunos kallawaya trasladan a sus hijos hasta Lima para ofrecerles educación en momentos en que era una de las reivindicaciones indÃgenas más sentidas. Al mismo tiempo, no temen la modernidad y se procuran más de un objeto o nueva tecnologÃa en un afán de acumular «muestras materiales» de civilización en sus hogares. La adopción de sÃmbolos externos de modernidad, conduce a más de un kallawaya a abandonar gran parte del atuendo tradicional (particularmente en Chajaya y Canlaya), para adoptar vestimenta occidental, pero jamás abandonar la bolsa tejida destinada a llevar medicamentos, llamado capacho. | ||
El lamentable estado de los hospitales, la lenta organización del sistema de salud y la inestabilidad de sus administrativos, origina que el kallawaya encuentre un espacio lo suficientemente amplio para sus curaciones. Pero lo que sorprende, es la capacidad de concitar la atención de los cÃrculos sociales donde más discriminación se hace al indÃgena. | ||
Se abordaron las múltiples denominaciones de los kallawaya mostrando que éstas no son neutras y más bien que han funcionado para desacreditar, estigmatizar y discriminar negativamente a los médicos. En otros contextos y en otros paÃses, más bien, se crean nuevas designaciones ligadas a las bondades de las plantas medicinales y rituales que ellos utilizaban. El nombre del grupo posiblemente tenga una estrecha relación con esos atributos. En todo caso, algunas de las designaciones connotan y evocan para los usuarios credibilidad.También se han visto algunas curaciones de carácter «excepcional» o «sensacional» por su carácter exitoso, a partir de las cuales acumulan credibilidad entre las élites dirigentes del continente. Aún a costa de admitir el pillaje de sus conocimientos por los médicos y estudiosos convencionales, por el sólo hecho de conseguir la legitimidad de un sistema que los rechaza y fustiga durante varios siglos. No sólo por una discriminación social, sino también por la incapacidad cultural de comprender otro sistema de medicina. SerÃa erróneo considerar que el único fin de las curaciones kallawaya es la compensación monetaria, pues sabemos que sus clientes en su gran mayorÃa indÃgenas carecen de un buen nivel de recursos económicos. | ||
 En todo caso, el éxito de las curaciones realizadas a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX es invertido para iniciar la lucha por la primera legislación de la medicina tradicional de América. Proceso al que se unen diversos grupos étnicos del paÃs, adhiriéndose los kallawaya. Claro, aportando con el peso historia al proceso. De ahà que uno de sus miembros haya sido quien legisle sobre el tema y obtenga cierta libertad de ejercicio. Quince anos después, el objetivo de la actividad es conseguir seguridad jurÃdica acompañada del respeto y la dignidad que se merecen por parte de los médicos convencionales detentadores del aparato de la administración de la medicina en Bolivia.A lo largo del ciclo de crédito, los kallawaya eligen estrategias de comportamiento, tienen diversas posiciones y cada miembro ha conocido trayectorias distintas. Al evocar estos elementos deseamos significar que ellos no han seguido un modelo único de comportamiento, es decir no han organizado sus vidas en torno al ciclo. No son individuos dedicados ha calcular las acciones con el objeto de maximizar beneficios. Mas bien sucedió una sedimentación de su accionar a lo largo de los siglos. Esto es, la acumulación de crédito y descrédito de manera intermitente.Se habrá visto entonces cómo las acreditaciones por parte de los más altos dignatarios de las Repúblicas del Perú (LeguÃa, 1908-1912) y Bolivia (Hertzog, 1947-1949) les otorgan seguridad para el ejercicio, debido que su capital cultural ha sido objetivado al obtener una certificación creÃble. Ese capital es invertido en otras curaciones en un ámbito nuevo. En efecto, sanan al Presidente Augusto LeguÃa bajo la mirada vigilante de médicos y farmacéuticos que sopesarán la efectividad de la curación, sin posibilidades de desautorizarla. Pero, lejos de reconocerla, se apropian del medicamentos y los comercializan. En todo caso, es a partir de estas intervenciones que alcanzan posiciones en el seno de las élites dirigentes, quienes los consultan —como lo siguen haciendo hoy en dÃa los polÃticos en el paÃs.El capital acumulado a lo largo del siglo XIX y XX es finalmente invertido en la legalización de la medicina tradicional. Momento difÃcil, cuando los médicos convencionales lejos de reconocer los aportes de los kallawaya, hacen resaltar el descrédito de la que han sido objeto, al calificarlos como brujos, es decir retomando una caracterización del siglo XVI, todavÃa viva en la memoria de diversos grupos sociales en el paÃs, la cual resurge intermitentemente cuando plantean reivindicaciones. El peso de la estigmatizacÃón ha sido de tal magnitud, que muchos hijos y nietos de kallawaya han decidido cortar radicalmente con su pasado e insertarse a otros campos de actividad.Pero, la estigmatizacÃón va acompañada a su vez del descrédito. De una parte, son los propios médicos convencionales empeñados en minimizar su accionar que magnifican la carencia de certificaciones académicas y consecuentemente los invalidan, aún sabiendo la gran aceptación en la población. De otra parte, el descrédito es causado por aquellos que asumen la identidad de kallawaya para aprovecharla, sin necesariamente pertenecer al grupo. Es decir, adoptan una identidad para aprovechar un mercado consolidado con fines de efectuar curaciones con pretensiones mercantiles. Hoy en dÃa, los kallawaya se hallan justamente viviendo la usurpación, de su identidad y la invasión de su mercado tradicional.La nominación de la Cosmovisión de la Cultura Kallawaya como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, es la obtención de un capital de credibilidad ganado a lo largo de los siglos. Ese capital total les permitirá, según las necesidades del grupo, sortear las nuevas condiciones institucionales y nuevas presiones producto de configuraciones socio-polÃticas inéditas en el continente. Entre tanto, los kallawaya continúan haciendo ciencia de acuerdo a su propia concepción, aún a riesgo de que su trabajo sea entendido de un modo mágico o mÃstico.                                                                                            De los ayllus kallawaya al mundo En ParÃs el 7 de noviembre de 2003, la unesco proclamó la ciencia y cosmovisión del pueblo kallawaya como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.ÂFue un momento de verdadera mutación: considerado una figura oscura, el hechicero perseguido por los extirpadores de las idolatrÃas del siglo XVI y hostigado por las autoridades bolivianas hasta fines del siglo XX, se convierte repentinamente en un arquetipo. Esta metamorfosis de los religiosos médicos y herbolarios asentados en los valles próximos a la cordillera de Apolobamba, en la provincia Bautista Saavedra al norte del departamento de La Paz, es el fruto de un triple proceso que simboliza claramente los avances logrados por los pueblos indÃgenas de Los Andes.En primer lugar, un largo accionar y lucha, en numerosas etapas, a través de las cuales los kallawaya, ya sea agrupados o individualmente, construyeron un capital socialÂmovilizando recursos en virtud de los conocimientos que poseen, de sus redes de relaciones, reconocimiento social de una práctica médica y religiosa más o menos tolerada en la actual sociedad boliviana1. Pero además movilizando en su favor y en determinados momentos una serie de apoyos, de garantÃas, de influencias para ejercer libremente su oficio ancestral en una sociedad occidentalizada que irremediablemente los fue marginando sin reconocer que sus conocimientos ayudan a satisfacer muchas necesidades sanitarias del paÃs. A pesar de ello, hoy en dÃa, continúan siendo un grupo social autónomo compuesto mayoritariamente por descendientes de los antiguos pueblos prehispánicos que poblaron el norte de La Paz, con territorio propio, reconocido y claramente identificado como «diferente» por sus vecinos quechuas y aymarás, incluidos aquellos que están muy cerca de la actual frontera boliviano-peruana.Se distinguen efectivamente de sus vecinos por un conjunto de rasgos, tales como la lengua, muchas veces por la vestimenta, el modo de vida, la itinerancia con fines de aplicación y adquisición de otros conocimientos. Pero posiblemente, sobresale en ese conjunto de rasgos la viva conciencia de su identidad, confundida muchas veces con el orgullo y la distancia que tiene frente a los otros grupos indÃgenas, mestizos y blancos2, alÂmismo tiempo confundida por e/ enserio métodoÃógÃco adoptado en ef censo 2001 con relación a la autodeclaración de pueblo originario, el mismo que pretendió solapadamente inflar la identificación étnica en función de los grupos mayoritariamente aymara y quechua.En todo caso, ellos poseen un capital simbólicoÂacumulado, el cual se traduce en el prestigio y la percepción que tienen las otras etnias, quiénes los pueden reconocer rápidamente por sus coloridos ponchos listados sobre un fondo de un inconfundible rojo o las bolsas finamente tejidas para cargar sus plantas y variados objetos con fines curativos, ceremoniales y litúrgicos. Su sola presencia infunde respeto, sin necesidad de exhibir efectivamente la dimensión de su capital totalÂy la legitimidad de su poder3. De hecho, se ha llegado a afirmar que «son temidos por los indios, quienes les brindan todo género de distinciones, los alojan bien, les obsequian y jamás se atreven a sustraer nada de las abultadas y misteriosas bolsas que llevan consigo»4, pues comprenden que son los Qolla KapachayujÂo los grandes señores de las bolsas medicinales.De ellos se espera sabidurÃa para resolver sus problemas, dolencias y preocupaciones, pero también auxilio para elevar sus ofrendas a los dioses-antepasados mÃticos andinos.A nivel de la provincia Bautista Saavedra muchos son cuatrilingües: la mayorÃa hablan más quechua (79.22%) que aymara (17.5%) y una minorÃa, especialmente, mujeres (2.95%) conocen el castellano u otra lengua indÃgena (0.27%). Para muchas ceremonias, curaciones y en ocasiones especiales emplean su propia lengua todavÃa la conocen algunos varones5.Según la literatura etnográfica y lingüÃstica se tratarÃa de la lengua puquina», pero los hablantes se empeñan en negar este aserto y utilizan la denominación de machaq-juyayÂasociándola a la «lengua secreta de los Incas» sin entrar en debate optamos por emplear en éste libro la designación de los actores sociales, a pesar que la misma no ha sido reconocida oficialmente7.En segundo lugar, intervino en la decisión un cambio en la valoración de los conocimientos cientÃficos de los indÃgenas pues de manera progresiva la sociedad occidental empieza a tomar en serio sus conocimientos en diversos campos, particularmente la medicina, con expectativas de aportes a las ciencias biomédicas convencionales. Finalmente, también contribuyeron las reivindicaciones del movimiento indÃgena internacional que en Solivia ha alcanzado presencia y relevancia en la agenda polÃtica nacional, conduciendo a las élites dirigentes a repensar la predominancia indÃgena en el paÃs. Por esta razón cabe preguntarse: ¿Cuáles son las coyunturas socio-polÃticas que permitieron que la ciencia de los kallawaya pueda ser «preservada» a pesar de la dominación colonial? ¿En qué medida la práctica de su ciencia cohesiona la identidad del grupo? ¿Cómo los kallawaya han podido finalmente emanciparse y llegar a obtener la distinción de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad? Podemos preguntarnos también; ¿Se trata acaso, de una candidatura impuesta desde el Estado o más bien ella se enlaza con las acciones que ejecutaron ellos para alcanzar el reconocimiento de una práctica más libre y un trato más digno?Quedará claro a lo largo del libro, que el Estado boliviano sólo jugó el rol de intermediario para la presentación de la candidatura ante la unesco, porque la distinción obtenida es la culminación de un gran ciclo de crédito kallawayaÂcaracterizado por la inversión en credibilidad cientÃfica durante siglos en el campo de la salud del continente.8 La ventaja al operar con la noción de cicloÂes que nos libera de la necesidad de especificar la motivación última que hay detrás de la actividad social que se observa. Mientras que la noción de credibilidad—en el sentido que le otorga el sociólogo francés Fierre Bourdieau— nos facilita la sÃntesis de nociones económicas (como dinero, presupuesto y beneficios) y epistemológicas (como certeza, duda y prueba). El ciclo de crédito, con sus rupturas y quiebres, sus cortes y cambios, nos permite observar en qué medida su historia no es simplemente el resultado de imposiciones y dominación, sino más bien, que esos cambios les permiten innovar, adaptarse para articular la respuesta del grupo o de algunos miembros del mismo, frente a diversas situaciones socio-polÃticas,Tres fases del ciclo de créditoSe impone entonces, y por encima de todo, una primera fase en la que obtienen credibilidad con los Incas, convirtiéndose en sus médicos-religiosos, herbolarios y los honran como portadores de sus andas en momentos de paseo y armonización9. Ese crédito lo reinvierten después de la invasión española para obtener más aceptación, prestigio y fama debido al excepcional manejo de la farmacopea y un conjunto de varios procedimientos de curación simbólica (ligada a las terapias psicológicas y psiquiátricas)10, revelándose ante los ojos de quienes detentan el poder de la ciencia colonialÂcomo practicantes de un conocimiento verdadero. Sin embargo, la posibilidad del ejercicio fue extremadamente difÃcil porque fueron rápidamente asociados a los hechiceros, sufriendo restricciones para el ejercicio porque estuvieron sometidos a la tributación y la servidumbre. Al mismo tiempo, la itinerancia es drásticamente restringida para evitar fugas que reduzcan el ingreso de las contribuciones a la Corona de Castilla.Una segunda fase se caracteriza por el arte de los kallawaya para traspasar las fronteras de las nuevas repúblicas, apenas derrotado el colonialismo hispano. El proceso migratorio les dio la posibilidad de alcanzar potenciales mercados para las curaciones, pues las condiciones estaban dadas después de la traumática y sangrienta Guerra de la Independencia (1811-1825). Cuando los hospitales estaban en ruinas, crisis y totalmente desbordados con enfermos, heridos y pobres que buscaban refugio a pesar del costo de atención y los privilegios que gozaban las tropas militares e independentistas11. De ahà que la población civil se hallaba librada a su suerte y en búsqueda de los médicos indÃgenas quienes tuvieron ocasión de realizar múltiples curaciones a partir de las cuales materializaron sus réditos. Fue también una ocasión para que los kallawaya ostentaran sus conocimientos por villorrios, mercados, plazas y palacios del continente. Al extremo de provocar interés en los viajeros, médicos e intelectuales extranjeros interesados en los peculiares y misteriosos itinerantes. Este aspecto influyó notablemente para que una parcela de sus conocimientos, aquella que ha tenido más gloria: el reconocimiento conseguido entre 1881 y 1886 a través de la primera oleada de kallawaya que realizó la memorable curación de la malaria durante la apertura del Canal de Panamá12. Esa curación sirvió de garantÃa para que los cientÃficos bolivianos y franceses se interesaran en consultarlos acerca de la farmacopea. Y, ese saber sea objetivado rápida y difÃcilmente en una suerte de herbario que fue expuesto en la Exposition UniverselleÂde ParÃs entre 1889 y 1891.No sabemos por el momento, cuál fue la participación de los kallawaya en las guerras internacionales, aspecto que queda abierto para una futura investigación. Sin embargo sabemos por fuentes orales que tuvieron una destacada actuación en la guerra que enfrentó a Bolivia y Paraguay por el territorio del Chaco (1932-1935). Ellos fueron reclutados como soldados, pero ante la falta de atención tuvieron que curar a las tropas mayoritariamente indÃgenas que estaban en el frente de combate y caÃan irremediablemente enfermas y agonizantes por la defensa del territorio. Algunos kallawaya inclusive fueron reclutados con el grado de sanitarios13.Una tercera fase, posterior a la Revolución de 1952 cuando se dan cambios trascendentales en el sistema socio-polÃtico imperante en Bolivia, particularmente con la Reforma Agraria que altera profundamente las relaciones de subordinación a Ãa que estaban sometidos, al mismo tiempo queÂcrea nuevas expectativas enÂel mercado laboral, razón por la cual muchos kallawaya aprovechan para intensificar su tradicional arte en joyerÃa para migrar a la sede de gobierno14; mientras que algunos, los más arrojados, se proponen alcanzar las universidades para profesionalizarse (particularmente el ayllu de Canlaya)15. Es en ese contexto de cambio, los que optaron por seguir siendo kallawaya operaron de manera compleja en el campo de la salud, convirtiendo ese espacio en escenario de relaciones de fuerza y de luchas encaminadas a un reconocimiento de su oficio que no fuera meramente nominal, sino que más bien cobrara un carácter jurÃdico a través de disposiciones concretas para el ejercicio libre de su profesión. En ese sentido, revalorizan la experiencia vivida por el grupo; luego alimentan y afirman su identidad en la fama alcanzada por sus predecesores a nivel del continente y finalmente, a partir de esos elementos reorganizan los recursos acumulados para plantear varios reconocimientos que en esa época estaban básicamente orientados a obtener legalidad de la práctica para evitar los abusos, extorsiones y maltratos.Los kallawaya establecen alianzas con otros grupos étnicos y aprovechan el escenario del Primer Congreso Campesino de Bolivia donde se funda la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb) en junio de 1979. AllÃ, un kallawaya —Dr. Walter Alvarez Quispe— asume la cartera de Secretario de Salud y se propone defender la medicina indÃgena y la religión andina. En noviembre de ese año, se establecen lazos con una organización de Iglesia Católica para el reconocimiento de la medicina tradicional16. De ese proceso nace la iniciativa de legislar sobre el tema, sin siquiera imaginar que el proceso serÃa duro, largo y altamente resistido. En todo caso, se llega a la creación del Instituto Boliviano de Medicina Tradicional Kallawaya (Ley de 9 de abril de 1987) y la declaratoria de la provincia Bautista Saavedra como Capital de la Medicina Tradicional de Bolivia (Ley de 9 de abril de 1987). A partir de ello, se realizan numerosas actividades a nivel nacional hasta llegar a cristalizar finalmente la candidatura presentada en octubre del 2002, ante la UNESCO17. A pesar de la magnitud de la distinción, no nos equivoquemos, el proceso de reivindicación ante las autoridades bolivianas, particularmente las de salud, está lejos de haber terminado.Al evocar este ciclo de credibilidad —adoptando una noción de la antropologÃa de la ciencia— pretendemos iluminar la experiencia y la conciencia de las fuerzas de los kallawaya en momentos históricamente situados entre los siglos XV y XXI. Sobre todo, el enfoque adoptado persigue restituir su accionar y documentarlo. Para ello utilizaremos las imágenes esbozadas por los viajeros y las descripciones e interpretaciones de los investigadores. Por supuesto sin caer en la visión dicotómica y equivocada que pretende evidenciar las «imágenes pre-cientÃficas de las cientÃficas»18 porque la objetividad no es la misma en el siglo XIX que en el siglo XXI y los autores escribieron convencidos de que sus observaciones eran absolutamente cientÃficas. Lo que significa que simplemente nos toca situarlos en el contexto social de su producción considerando la temporalidad del discurso. Tampoco se intenta atomizar las descripciones a partir de una lectura que opone mito y realidad, olvidando que los mitos en Los Andes dan coherencia a las explicaciones históricas o simplemente a la realidad que desborda a miles de indÃgenas sumidos en la más extrema pobreza.Evidentemente, este libro no pretende abarcar toda la gama de experiencias que envuelven su ciencia para realizar curaciones, aliviar a los individuos de sus pesares, miedos y otros a través de las curaciones rituales y las múltiples facetas de sus diversas actividades a través de los siglos (empresa que serÃa imposible y estarÃa mal concebida). Lejos de nuestro propósito esta abordar la filosofÃa que mueve a los kallawaya a preservar el medio ambiente y los cuidados que prodigan a la naturaleza, comprendidos en las múltiples ceremonias y fiestas que le dedican. Tampoco pretendemos dar cuenta de las ideas de los diversos autores que durante siglos han plasmado sus opiniones y observaciones, empresa que parcialmente fue cubierta por la importante obra del Doctor Rolando Costa Ardúz: Compilación de estudios sobre medicina kallawaya.Lo que deseamos es definir cómo actuaron los kallawaya frente al desafÃo que les impuso el orden colonial español y republicano para conservar su ciencia y presentarla ante la unesco. Al narrar esta historia esperamos alcanzar tres objetivos relacionados entre sÃ. En primer lugar, explorar en qué medida la práctica discursiva de los individuos externos al grupo (intelectuales, viajeros o investigadores) influyó en la estructuración del gran ciclo de crédito de los kallawaya. Y es ahÃ, donde tiene sentido explorar las transformaciones que producen los discursos y la fuerza de la palabra escrita. Con la salvedad de que este estudio considera los discursos, sin que ello signifique abstraerse del contexto y el significado histórico concreto. De ahà que este acercamiento se aproxima a la propuesta del filósofo francés Michel Foucault en el sentido que los discursos merecen ser leÃdos como prácticas que forman sistemáticamente los objetos de los que hablan. Cierto, los discursos están hechos de signos, pero lo que hacen es más que utilizar estos signos para designar las cosas y transformarlas20. En ese sentido merece particular atención leer el discurso oficial de quienes han tenido en sus manos la sorprendentemente débil legislación sobre medicina tradicional en Bolivia para ver en qué medida existe una articulación con el ciclo de crédito kallawaya.En segundo lugar, deseamos demostrar que los kallawaya, contrariamente a la opinión generalizada, no ha sido un grupo pasivo, más bien su actividad está ligada a los movimientos reivindicativos indÃgenas, con caracterÃsticas particulares. En efecto, ellos optaron por situar su lucha en el plano de la confrontación de los conocimientos médicos, en la objetivación de la experimentación y facticidad de los hechos cientÃficos. «Siempre las hierbas manejamos. Hay que saber de donde conseguir. Por ejemplo, la mitad viene de Argentina, Brasil y Perú. Nosotros mismos tomamos y experimentamos, no lo hacemos en pacientes»21. Y en ese punto habrÃa que decir, siguiendo a Gastón Bachelard: el hecho cientÃfico se conquista, construye y comprueba, labor a la que han dedicado su vida los kallawaya. He ahà una diferencia radical con otros pueblos como los quechuas y aymarás que optaron más bien por acciones polÃticas destinadas a revertir el orden colonial a través de manifestaciones violentas de gran envergadura, utilizando también para ello, entre otras, las formas más variadas de resistencia, las prácticas contestatarias cotidianas, las estrategias y recursos jurÃdicos.Justamente, el conocimiento de los kallawaya es generador de una tensión constante con los detentadores de la ciencia colonial a lo largo del continente y es esa tensión la que atraviesa los siglos y se convierte en hilo conductor de las narraciones que expondremos en este libro. Por último, esperamos utilizar la experiencia de los kallawaya para traer a colación reflexiones más generales acerca del abordaje de los hechos cientÃficos y de los escollos que se presentan al no contar con textosÂque den cuenta de las inversiones, trayectorias y créditos o recompensas alcanzadas por el diversos continentes. De ahÃ, la necesidad de acudir a los relatos de los propios actores sociales que participaron de esos procesos o los descendientes directos de aquellos que lucharon sin las armas de guerra, pero fueron capaces de provocar el estruendo social con más de una notable curaciónÂya sea por su complejidad o por haber sido realizada a algunos personajes importante — por la posición que ocupan y el poder que detentan en la sociedad, por ejemplo presidentes de las repúblicas, ministros, parlamentarios entre otros—. Muy tempranamente se ve una relación estrecha con las élites dirigentes porque es una vÃa importantÃsima para procurarse aval y seguridad. Además, las élites en algunos de sus segmentos son tributarias de sus servicios para procurarse ayudas sobrenaturales para alcanzar el poder y la prosperidad. También, los kallawaya son solicitados para resolver más de un problema afectivo que atinge a todos los grupos sociales por igual. «C. Loza – 2003» |
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